Comprendo que tus besos jamás han de ser míos, comprendo que en tus ojos no me tienen que ver jamás, y te amo, y en mis locos y ardientes desvaríos bendigo tus desdenes, adoro tus desvíos, y en vez de amarte menos te quiero mucho más.
Cuando los sentimientos jugaron por primera vez a las escondidas, el amor se escondió dentro de una rosa. La locura, quien pretendía encontrarlo, tomó una rama y movió la rosa. Así fue que una espina lastimó sus ojos y desde ese entonces el amor es ciego y la locura siempre lo acompaña para tapar su culpa.
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